01- La Prehistoria de la «abeja»

Como consecuencia de la Ley de 8 de marzo de 1941 que creó el Cuerpo General de Policía (no uniformado) y el Cuerpo de Policía Armada y de Tráfico, fue la Policía quien se encargó durantes las décadas de los años cuarenta y cincuenta de la vigilancia de las carreteras españodas asumiendo tambíen la tramitación del procedimiento sancionador.

A finales de la década de los cincuenta D. Camilo Alonso Vega, Ministro de Gobernación, decide crear la Jefatura Central de Tráfico con el fin obvio de gestionar con eficacia la administración de las sanciones de los infractores del Código de Circulación. Esa era la única función. La tramitación de los permisos de conducción era competencia del Ministerio de Industria.

La Ley de 30 de julio de 1959 declara la creación de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil. Con ello se le asignan las competencias de la vigilancia y ordenación del tráfico, circulación y transporte por las vías públicas de todo el territorio nacional. Desde entonces la ATGC siempre ha dependido de la Dirección de la Guardia Civil y de la Jefatura Central de Tráfico.

El aumento del parque de vehículos que Europa experimentaba a principios de los sesenta dejaba a España con la red de carreteras completamente desbordada. Se pasó de 150.000 vehículos en el año 1950 a cerca de 2.000.000 en 1964.

El factor humano, la vetusta red de carreteras, el exceso de vehículos, los firmes, los trazados y las anchuras de vía provocaron 61.276 accidentes sólo en 1964.

Se había impuesto la necesidad de emplear todos los medios técnicos necesarios para su mejor regulación. A tal fin, la Jefatura Central de Tráfico trataba de dotar de los más modernos medios de control a las fuerzas encargadas de mantener el orden en las carreteras.

Motocicletas, automóviles, vehículos de atestados, radares, comunicaciones, laboratorios fotográficos, etc … La última tecnología y los medios más novedosos puestos a disposición de los encargados de la vigilancia del tráfico con el fin de reducir la altísima siniestralidad de nuestras carreteras.

Y por fin, llegaron los helicópteros.

La experiencia acumulada en otros países había demostrado que la prudencia de los conductores se acrecentaba cuando se sentían vigilados.

Los helicópteros sustituían a las pequeñas avionetas de observación que venían utilizándose hasta entonces, pero que se supeditaban a las servidumbres propias del ala fija en cuanto a disponer de terrenos adecuados para aterrizar y despegar, límites de visibilidad, velocidad excesiva para lograr observaciones detalladas ….

Las mayores retenciones de automóviles se registraban en la periferia de Madrid en los caminos a la sierra principalmente los fines de semana, en Aranjuez, Navalcarnero y en Ocaña.

Para cubrir las citas de operación retorno de grandes puentes o períodos vacacionales, en la víspera se desplazaba una tripulación a Ocaña. Esta tripulación pernoctaba en la escuela de vuelo sin motor y de esta forma disponían del máximo de autonomía de vuelo durante las operaciones de vigilancia en el retorno de los conductores a Madrid por la carretera Nacional IV y la N-401 que une Toledo con la capital de España.

En Barcelona los problemas de tráfico se registraban en dirección a la estación de esquí de La Molina, en Casteldefells y en Sitges.

Fuente: Manuel Guillén (Jefe Área de la D.G.T.) y José Mª Rubio (Ingeniero aeronáutico y Director de Relaciones Institucionales de Eurocopter España)

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